jueves, 29 de noviembre de 2007

¿Nervios...?

¡Hola a todos!
No conseguía escribir nada, por falta de tiempo, de inspiración, de ganas...
Y "hoy" en clase de Filosofía -que es la que suelo aprovechar para desconectar un poco- por fin he podido dejar deslizarse mi boli por el folio.
El tema no es nada original, pero es lo que se lleva estos días en el instituto: ¡es tiempo de exámenes!
Y me ha venido a la cabeza esas personas que se quedan en blanco cuando van a hacer el examen, pero se han pasado horas y horas estudiando. Conozco gente que cuando ve a tal o cual profesor se transforma. De golpe parece como si los nervios le paralizaran el cerebro. Es algo incríble, y un infierno para la persona en cuestión.
Así que esta entrada la dedico a todos los estudiantes, en especial aquellos que sufren este tipo de problemas.

¡Hasta la próxima!

Y llegó la hora del examen.
Y empezaron los nervios. Entró el profesor en clase. Y su corazón empezó a bombear sangre más deprisa, su respiración se aceleró y al cabo de poco, cuando el profesor ya estaba abriendo la cartera, le empezaron a temblar las manos. Cuanto más nerviosa se sentía, más se acrecentaba su nerviosismo. Empezó a asustarse. Y a enfadarse. ¡No podía pasarle otra vez lo mismo! Si seguía poniéndose más y más nerviosa, volvería a suspender el examen. Tantas horas de estudio y esfuerzo para nada...
Así que cerró los ojos, apoyó la espalda en el respaldo de la silla. Intentó controlar su respiración, y poco a poco, dejó que se formara una imagen en su mente. Primero solo era una niebla borrosa, pero lentamente se fue haciendo más nítida. Una sala... ¡su habitación! Estaba sentada enfrente su mesa de estudio, y a su lado había alguien...oh, era él. Oía su voz, esa voz suave y aterciopelada que siempre, como una pócima milagrosa, conseguía que se relajara.
¿Qué le estaba diciendo? Ah, sí. Le estaba ayudando con el resumen del tema.
Abrió los ojos, justo cuando el profesor le ponía el examen en la mesa.
Ya no le temblaban las manos. Su respiración era calmada y su corazón latía normalmente. Cogió el Pilot azul, y se enfrentó al examen. Ni siquiera necesitó cerrar los ojos: oía esa voz interior que parecía que le susurraba al oído justo aquella palabra clave, o algún concepto, lo que necesitase en ese momento para contestar cada pregunta.
Sin nervios, sin miedos, sin escenas, terminó el examen. Lo revisó un par de veces, miró su reloj. Quedaban cinco minutos. Miró a su alrededor. Sus compañeros, a diferencia de ella, daban muchas señales de nerviosismo: piernas inquieta, lápices fuertemente mordidos, caras de tremenda preocupación y esfuerzo... Ella no. Había estado tranquila durante todo el examen.
Sonrió para sí misma: lo había conseguido.

¿Quien soy yo?

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Estudiante de Filología a la que le gustaría ser novelista y que hace años se autonombraba "joven escritora" pero que ahora ve que lo de joven pasará pronto y lo de escritora aún no ha llegado. Para saber más, visitad "Mi página web". (Facebook)