martes, 25 de diciembre de 2007

No queda sino batirnos

¡Hola a todos!

Tan sólo quería desearos...

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Y bueno, pues como hoy mismo me han regalado el nuevo disco de Mägo de Oz, La Ciudad de los Arboles, os dejo con la letra de una de las canciones que más me ha gustado.

No queda sino batirnos

Hay miedos que se acurrucan
entre uno y otro escalón
de la escalera que sube
de tus sueños hacia el sol.

Y te acechan y no dejan
que tú elijas tu lugar
no queda sino batirnos
no queda sino luchar.


Hay dudas que nos mutilan
hay deudas del corazón
hay días que nos estorban
hay "dioses" que van de dios

Pero hay voces que no callan
si las sabes escuchar
son los gritos de tu gente
que te animan a luchar

Y verás que en la vida hay que sufrir
y verás que en la vida hay que luchar
y al final si eres fuerte ganarás
no queda sino batirnos
no queda sino luchar.

Ten cerca siempre a un amigo
y al enemigo a tu par
para aprender como piensa
y cuando actue reaccionar

Las traiciones que bien matan
son las hechas con amor
y no hay estocada nás grande
que el acero de una voz

Y verás que en la vida hay que sufrir
y verás que en la vida hay que luchar
y al final si eres fuerte ganarás
no queda sino batirnos
no queda sino luchar.

Y el sudor de tu frente saciará
tu sed de tener sueños y vivir
y la vida será tu mayor rival
no queda sino batirnos
no queda sino luchar

Hay miedos que se acurrucan
si les cobija tu voz...


miércoles, 19 de diciembre de 2007

Lo que siempre ha existido

¡Hola a todos!

Este cuento lo escribí de un tirón, tal como me salió de dentro. Está basado en la película de animación Barbie, La Princesa y la Costurera, pero como podréis comprobar, el desarrollo de la historia es muy distinto, y también lo es el desenlace.
No es una obra maestra, ni siquiera es demasiado original, pero tiene una significación especial para mi. Espero que os guste.

Erase una vez...

... un cielo cuajado de estrellas en el reino de Cintra. Dos estrellas fugaces cruzan el cielo; las dos a la vez, pero en direcciones opuestas.

Vuelve el padre a la choza. Ha dejado el bebé en la puerta de una casa. Ha esperado escondido para asegurarse en parte del destino del bebé, y se ha marchado de vuelta al bosque, con una sonrisa triste en los labios y una silenciosa lágrima, tan sólo una, recorriéndole la mejilla.
Al llegar a la choza, ve que la madre se ha despertado. Tiene una pregunta en los ojos. Él le responde en silencio: tan sólo niega con la cabeza, mirando el suelo, porque es incapaz de mirar a la madre a los ojos. Ella baja también la cabeza y llora. Y entonces, con un susurro, pregunta lo único que se atreve a preguntar. Y el padre le responde lo único que se atreve a responder: era niña.

¡Ha nacido una princesa! El reino entero se alegra. Por fin hay algo que celebrar. Las fiestas por el nacimiento de la princesa Cossette durarán una semana. Menos de lo que deberían durar, puesto que este tipo de fiestas pueden alargarse años! Pero qué se la va a hacer. ¡Viva la princesa Cossette!

* * *

Cossette se sienta en la cama, pero no puede estarse quieta. Se levanta, y va a mirarse al espejo. Y ¿qué es lo que ve? Una princesa... no. Una chica de dieciocho años, de cabellos de un rubio ceniciento y ojos azul oscuro... y de repente ve esa imagen borrosa porque se le han empañado los ojos. Porque no puede evitar pensar que toda su vida está planificada, minuto a minuto, que nunca en su vida se ha saltado las normas, nunca ha hecho algo que no fuera "digno de una princesa", nunca...
Se acerca al balcón. El sol empieza a despuntar por detrás de las colinas, una fina capa de niebla cubre el reino. Ese reino que siempre ha mirado desde arriba. Es la princesa de Cintra y nunca ha visto como es su reino en verdad. Y puede que ya nunca lo vea. "O ahora, o nunca" piensa Cossette. Se decide, y salta.
* * *
- Anda, ¡vete ya! -dice Margaret, mientras la empuja hacia la puerta del taller.
- Pero el vestido de... -Fawn intenta en vano resistirse.
- ¡Vete!
- ¡Vale, vale! ¡Adiós! -dice Fawn antes de que Margaret cierre la puerta.
* * *
Se acerca a la plaza. Hay una chica cantando. Debe de tener más o menos su edad. Cossette escucha con atención. ¡No canta nada mal! Cuando la chica termina de cantar, la multitud que la estaba escuchando se disipa, y nadie tira ni un centavo a la lata que hay a un par de pasos de la chica. Cossette se acerca y tira una moneda en el momento justo que la chica va a recoger la lata. Y cuando la chica ve qué cara se oculta debajo de la capucha, por poco no se le cae la lata de las manos.

- ¡Princesa Cossette! Ay, quiero decir... alteza... -Fawn apenas se controla, no sabe qué debe hacer.
- No pasa nada, y por favor no grites mi nombre, nadie sabe que estoy aquí.
- Ah... Eh... ¿os habéis escapado de palacio? ¿como es eso? -pregunta Fawn enseguida.
- No me trates de vos, por favor. Debemos tener la misma edad... por cierto, ¿como te llamas?
- Fawn.
- Encantada, Fawn. -dice Cossette, y se acerca a la costurera para darle un beso en la mejilla. Pero se retiene. ¿Como se le ha podido pasar esa idea por la cabeza? -Bueno, sí que me he escapado. Quería conocer mi reino. Nunca había venido a los barrios bajos.
- Pues no hay mucho que ver aquí. Tan sólo miseria... -responde Fawn. Y de repente añade- Princesa, podríais... ¿podrías quitarte la capucha, tan sólo un momento? Dicen que tenéis... que tienes, quiero decir, los cabellos más bonitos del reino.
- Je, je, je... Está bien, pero quítatela tú también, ¿de acuerdo?

Y se quitan las capuchas a la vez y se miran mutuamente. Y las dos se quedan absortas por la belleza de la otra. El cabello de Fawn es negro y rizado. Pero lo que sorprende a Cossette no es su cabello, sino sus ojos. Los tienen iguales. El mismo color, la misma forma. Muestran la misma tristeza.
Para romper el incómodo silencio, Cossette vuelve a ponerse la capucha y sigue andando, mientras dice:

- Cantas muy bien. ¿Te gustaría venir a cantar a palacio?
- ¿¡Que!? ¿Yo, cantando en el palacio real? Princesa, ¿os habéis vuelto loca? ¡Soy una plebeya!
- Oh, por favor no me trates de vos, llámame Cossette. Y...
- De acuerdo, pues. Cossette, ¿sabes lo que dices? -la interrumpe Fawn.
- ¡Claro que lo sé! Puedo colarte en el palacio. Un baño, un vestido limpio, y como nueva. Le diremos a madre que eres una cantante de Denna que vienes a refugiarte en Cintra. Resulta creíble, ¿no crees?
- Mmm... más o menos...
- ¡Pues ya está! ¡Decidido!
- Pero...
- ¡No hay peros que valgan! Esta noche enviaré a mi sirvienta Mona a buscarte. No temas, es de fiar. Y ahora he de irme.
- Pues... -iba a decir algo, pero Cossette la cortó.
- ¡Hasta la noche, Fawn!
Y esta vez no se resiste a su impulso: le coge las manos al tiempo que le da un dulce beso en la mejilla. Fawn no sabe cómo reaccionar. Pero le ha caído muy bien la princesa, y casi sin darse cuenta, ya la está abrazando. Le devuelve el beso y se despiden, las dos rojas de vergüenza. Ninguna de las dos entiende muy bien lo que ha pasado.
* * *
Fawn está en la bañera. ¡En la bañera de palacio! Cierra los ojos y se relaja. Le gusta el olor del jabón. No se da cuenta de que alguien entra. Abre los ojos: Cossette va en albornoz. La mira, se lo quita en silencio y se mete en la bañera, junto a ella. Le da un beso en la mejilla, y de repente le tira agua. Y empieza una terrible guerra que dura hasta muy entrada la noche. Primero con agua, luego con cojines y almohadas, después de cosquillas, y más tarde ¡con trocitos de pan de la cena! Ríen y se divierten juntas, cuando ninguna de las dos sabía muy bien lo que era reír y divertirse. Se tumban en la cama, ya no pueden reír más. Hace un poco de frío. Se tumban muy cerca la una de la otra. Cossette coge la mano de Fawn, y la mira con adoración. Fawn le acaricia la mejilla con ternura. Va a decir algo, pero Cossette le sella los labios con un beso. Y después con otro, y luego con todo su ser. Se rinden la una a la otra, y realizan la última bonita guerra, que durará toda la noche.

* * *

El rey Gerard se marcha del palacio. Cossette lo ve partir desde la ventana. Por fin un minuto para ella sola. Se sienta en la cama, pero es incapaz de estarse quieta. Alguien llama.

- ¡Adelante!
- Vuestra Alteza, la princesa Clémence os llama. Y vuestra madre, la reina Calanthe, ha mandado un mensajero con esta carta para vos.
- Está bien, dile a mi hija que iré en seguida.
- De acuerdo, Alteza.
- ¡Ah! Y, dime Margaret, ¿por casualidad has visto a Clarisse?
La fiel sirvienta enrojeció de vergüenza. No estaba segura de qué era lo que debía responder.
- Er... bueno, Alteza... la princesa Clarisse... se ha marchado esta mañana muy temprano... esto... ha saltado desde el balcón de su habitación. Me ha mandado no decir nada a nadie, pero yo... bueno... -está visiblemente nerviosa, y no le salen las palabras.
- No pasa nada, Margaret, has hecho bien en decírmelo. Tan sólo avísame inmediatamente cuando vuelva.
- Sí, Alteza.
- Y otra cosa, Margaret.
- ¿Alteza?
Cossette se queda en silencio durante un instante. Entonces dice:
- Nada, nada. No importa. Retírate.
- Alteza. -dice Margaret, al tiempo que hace el saludo. Luego se va, y cierra la puerta en silencio tras de sí.

Cossette se acerca al balcón. Ve su reino, demacrado por la guerra y las epidemias. Denna tan sólo tiene una posibilidad de salvarse: la unión con el reino vecino, Riannval. Y esa unión se realizará mediante la inminente boda de la princesa Clarisse con el rey de Riannval. Pero la princesa Clarisse tan sólo tiene dieciséis años, y se ha escapado por el balcón para ir a conocer su reino: ese reino que nunca ha visto, que no conoce en realidad. Ese reino en el que todo es miseria, guerra y epidemias... Epidemias que matan a gente inocente. Que matan a los seres más queridos sin poder hacer nada. Cossette abre el cajón de su tocador y saca una miniatura, de una chica de cabellos negros y rizados... Se le empañan los ojos. No llora, claro que no, porque las reinas no lloran... pero sí sufren. No pudo hacer nada.

martes, 4 de diciembre de 2007

¡Estrésss!

¡Hola a tod@s!

No he podido publicar en Noviembre porque no he tenido tiempo, pero sí que escribí un texto, especialmente para ponerlo al blog, lo que pasa es que no he encontrado un minuto libre para pasarlo al ordenador y colgarlo aquí. Un día de estos lo haré, y falsificaré la fecha (creo que se puede) para que parezca que ha sido publicado en Noviembre.

¡Hasta pronto!
Judit

¿Quien soy yo?

Mi foto
Estudiante de Filología a la que le gustaría ser novelista y que hace años se autonombraba "joven escritora" pero que ahora ve que lo de joven pasará pronto y lo de escritora aún no ha llegado. Para saber más, visitad "Mi página web". (Facebook)