lunes, 13 de octubre de 2008

Traslado

¡Hola!

UN ANUNCIO IMPORTANTE

Me he trasladado a un nuevo blog: http://senney.blogspot.com/

Este nuevo blog será bilingue, cosa que [espero] me permitirá publicar más a menudo porque no tendré que traducir los textos que escribo en catalán. También tendrá un carácter algo más personal, no voy a limitarme tanto a textos literarios: pretendo publicar mayoritariamente textos míos, pero eso implica que muchos de los textos van a tener un aire de reflexión filosófica, o bien que tratarán temas relacionados con mi situación personal en el momento preciso en el que los escriba.
Hago este cambio de blog porque creo que una mayor libertad me permitirá publicar más a menudo (si encuentro suficientes ratos libres, claro, pero eso ya es otro tema) y puede que llegar a un público más amplio.

Espero que mis queridos lectores sigan leyéndome como hasta ahora, y que el nuevo blog tenga incluso más éxito que éste.
Y sobretodo, ¡espero que os guste!

Hasta siempre,
Senney.

miércoles, 2 de julio de 2008

Recuerdos de infancia (III)

Llegamos al meollo del asunto, y al Epílogo.

Espero que os haya gustado.

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Sebastián preparó una pequeña comida para el perrito, y puso unas mantas viejas en un rincón de la sala. Después de que el perrito comiera un poco, lo puso sobre las mantas y Hollín, que se sintió cómodo allí por el olor familiar, se durmió enseguida. A la mañana siguiente, Sebastián compró en la tienda de animales, un bonito collar y una correa, y hizo los trámites necesarios para ponerle el chip al perro.

Sebastián no era ni pobre ni rico. Eso sí, nunca gastaba más de lo estrictamente necesario, por eso había podido ir acumulando con los años una suma de dinero que le permitía vivir cómodamente, no como otras personas de su edad. Así pues, y haciendo una excepción en lo que al dinero respecta, con Hollín- pudo instalar muy bien al perro.Vació el pequeño cuarto contiguo al suyo que no utilizaba para nada en concreto y allí puso una pequeña cama para perros (eso sí, con las mantas en las que Hollín había dormido la primera noche, puesto que el perro ya se había familiarizado con ellas), el dispensador de comida automático, los juguetes, y una caja con arena especial.

Cuando Pablo vio todo esto el domingo, se quedó de piedra. Jugó un rato con Hollín, y después decidieron ir a pasar la tarde juntos al parque. Pablito estaba muy contento de que su abuelo fuera feliz. Pero ninguno de los dos sabía lo que se iban a encontrar. Los dos vieron claramente como Lucía y Dolores se dirigían hacia allí. Aun así, solo Pablo se dio cuenta, pues Sebastián no conocía a su hija, y a Dolores hacía mucho que no la había visto. Lucía parecía muy alarmada al ver que su hijo estaba con un desconocido:

-¡Pablo! ¿Que haces ahí? ¿Quién ese hombre? ¡Ven ahora mismo!

Sebastián comprendió un poco tarde lo que pasaba, pero ni Lucía ni Dolores se dieron cuenta. Así que Sebastián sacó fuerzas de donde pudo, y sujetando en una mano a Pablo y en la otra al perrito, dijo:

-Me arrebataron a mi hija. No voy a permitir que se me aleje también de mi nieto.

Dolores fue la primera en entender la situación y con calma dijo:

-Vaya, vaya. He aquí "Don Gruñón". Parece que no has cambiado, viejo malcarado.

Entonces, inesperadamente, Pablito se puso a gritar:

-¡Cállate, abuelita! ¡He hablado con mamá y me han contado la verdad! Tu querías al abuelito Sebastián y te dio mucha rabia que se casara con la abuelita Isabel. Y aunque dijeras que lo odiabas siempre lo has querido, ¿no es así? ¿Porqué, si no, habrías querido quedarte con mamá? ¡El abuelito Sebastián no es lo que tu dices! Mamá nunca te ha creído... ¿Nunca pensaste decirle al abuelo lo que sentías por él? ¿No hubiera sido más fácil?

Se produjo un sólido silencio. Nadie se esperaba aquello. Entonces, aturdida por la situación, Dolores cayó de rodillas y se puso a llorar. Sebastián pareció fundirse en un sentimiento tan confuso que no lo podía identificar. Primero había sentido rabia, después sorpresa y ahora... comprensión, y compasión. Se acerco a Dolores y le susurró algo al oído mientras la abrazaba para consolarla. Y Dolores, que en un primer momento había hecho caso omiso del abrazo, se lo devolvió de golpe y lloró ruidosamente sobre el hombro del viejo. Éste levantó la cabeza y mirando a Lucía con lágrimas en los ojos, pero con voz firme y sincera:

-¿Podrás perdonarme tú tambien, hija mía?

Pablito había cogido no se sabe de dónde a Hollín y se había pegado a las piernas de su madre. Cuando su padre le hizo aquella pregunta, Lucía no puedo hacer nada más que afirmar con la cabeza y unirse al emotivo abrazo familiar. Pablito, con la inocencia de la edad, los hizo reír a todos:

-¡Eh, ya basta de llorar, que  el niño soy yo!

__________

Sebastián se cambió de casa para. Él y Dolores se volvieron inseparables, de hecho, eran tan diferentes... que eran iguales. Lucía, que hacía ya tiempo que no vivía con Dolores, se trasladó a la casa al poco de morir su marido. Pablito y Sebastián educarón a Hollín, que resultó ser un perro magnífico, cariñoso y obediente. Cuando Pablito creció decidió probar suerte en los concursos caninos, y Hollín se cubrió de copas y medallas. Nadie volvió a llamar a Sebastián "Don Gruñón".

miércoles, 4 de junio de 2008

Recuerdos de infancia (II)

Sigo con el cuento. (Parece que el "continuará..." fue algo inoportuno; como los cortes para publicidad en las buenas películas, vaya... Jejeje.)

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El niño, que parecía que ya había previsto la pregunta, se lo explicó todo:

-La abuelita Dolores decía muchas cosas malas de ti. Mamá siempre estaba de acuerdo. Pero yo no. En el colegio nos han enseñado que si una persona tiene muy mal genio es porque no quiere mostrar cómo es en realidad. Entonces yo empecé a observarte de lejos. Comprendí que tú no eras como decía la abuelita Dolores. El dueño de la tienda de animales, que es veterinario también, y es muy amigo mío, me explicó la historia del cachorro y pensé que era el regalo perfecto para ti. Le expliqué tu historia y me dijo que te lo podía dar, no hacía falta que se lo pagara. -y le guiñó un ojo al abuelo.- También te he traído un libro sobre perros. -dijo sacando el libro de la chaqueta y abriéndolo por una página señalada.- Este perrito es un cachorro de terrier escocés. ¡Mira qué hocico tan gracioso tendrá cuando crezca! -se rió Pablo, mostrándole a su abuelo la página en la que había la foto.

-Vaya... -Sebastián apenas sabía qué decir.- Muchas gracias, Pablo... pero... yo no puedo...

Sebastián iba a decir que no podía aceptar el regalo, pero viendo a Pablo acariciar al cachorro las palabras murieron en su garganta.

-Y... ¿qué nombre tiene el perrito?

-¡Tú debes ponerle el nombre, abuelo! -respondió Pablo sorprendido, pues le parecía algo obvio.

-Oh, vaya... Yo no sé... ¡Ya está! Mira, como es negrito voy a llamarlo... ¡Hollín!

Pablo se rió con ganas, y esa risa infantil y sincera consiguió que el mismo Sebastián terminara por reír también, y de todo corazón.

-Bueno, abuelito. Me voy ya que se hace tarde. -dijo Pablo. Y después de un momento de duda, añadió:- ¿Puedo volver pasado mañana, abuelo?

-Vaya, ¡claro que sí, hombre! ¡Faltaría más!

Esto alegró sobremanera a Pablo, que se despidió con una sonrisa que dejaba al descubierto unos cuantos huecos en su dentadura y le daba un aire especialmente cómico:

-¿De veras, abuelo? ¿Sí? ¡Bien! Pues... bueno, entonces... ¡hasta el domingo!

Y cuando ya había abierto la puerta, se giró de pronto y volvió corriendo a la sala, lanzándose de repente sobre su abuelo en un abrazo cariñoso -¡Te quiero, abuelito!-, con lo que a Sebastián por poco no le da un ataque al corazón, y el perro por los pelos no muere aplastado.

-¡Eh, eh! ¡Ya vale, piltrafilla! Anda vete, que no me gustaría que por mi culpa te riñesen. Venga, venga...

Y cuando Pablito ya hubo cerrado la puerta tras de sí, Sebastián cogió a Hollín, lo levantó en alto un momento y luego, volviéndolo a dejar sobre sus rodillas y acariciándolo hasta que se durmiera, susurró con la vista perdida:

-Gracias...

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(continuará...)

martes, 3 de junio de 2008

Un reflejo del interior

Un texto que me ha llamado la atención, sacado de mi libro de Lengua. La reflexión posterior es mía.

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Conocerse a sí mismo. Conocer el carácter, la inteligencia, las opiniones y las inclinaciones. No se puede ser dueño de sí, si primero no se conoce uno mismo. Hay espejos para la cara, pero no para el espíritu; este espejo debe serlo la prudente reflexión sobre uno mismo. Cuando uno se despreocupe de su imagen exterior, debe conservar la interior para enmendarla y mejorarla. Tiene que conocer las fuerzas de su prudencia y perspicacia para emprender proyectos, comprobar su tesón para vencer el riesgo, tener medido su fondo y su capacidad para todo.

Baltasar GRACIÁN, El arte de la prudencia

Sí, todo el mundo debería mirarse a menudo al espejo del alma y preguntarse en voz alta ¿cómo soy?. Pero si la gente no lo hace, ¿no será que no es tan fácil? El paro se llenaría de psicólogos frustrados si esa tarea de autoconocimiento fuera tan sencilla.

La consecuencia de ese "conocerse a uno mismo" es (o debería ser) la búsqueda de la respuesta a otra/s pregunta/s: ¿Por qué? ¿Por qué soy? ¿Por qué actúo así? ¿Por qué...?

Pero los porqués nos dan miedo. Por eso nadie se pregunta nada, y si lo hacen no insisten demasiado.

Inconscientemente sabemos que quien busca y rebusca puede terminar encontrando sus propios huesos.

jueves, 22 de mayo de 2008

Recuerdos de infancia

Un cuento que escribí hace años (creo que en 1º de la ESO). No he cambiado nada, así que no os esperéis gran cosa.

Espero que os guste.

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HOLLÍN Y SEBASTIÁN

Sebastián era un viejo malcarado y gruñón. Sólo tenía una hija, Lucía, pero no la conocía. Cuando su esposa aun vivía Sebastián se sentía feliz, era alegre y simpático. No le gustaban ni los animales ni los niños, pero mientras Isabel estuviera junto a él, eso no le importaba.

Pero Isabel murió justo después de tener a Lucía. Antes de morir, quiso pronunciar el nombre que quería para su hija:

-Mi pequeña, mi niña. Lucía...

Pero Sebastián no quiso cuidar de Lucía. Él era muy tozudo y estaba seguro de que no sabría cuidar de la niña. Así que Dolores, hermana menor de Isabel, se encargó de cuidar de Lucía. Dolores odiaba a Sebastián; se las arregló para hacer que Sebastián no volviera a ver a su hija nunca más. Lucía iba creciendo, y Dolores le contaba muchas mentiras sobre su padre. Lucía llegó a odiar a su padre aun sin conocerlo.

Habían pasado los años. Sebastián vivía solo y aunque sabía cuidar de sí mismo y estaba en perfecta salud, se sentía muy mal. Al principio ni él no sabía por qué se sentía tan mal. El médico le había dicho que no estaba enfermo. Tantos años solo le habían dado tiempo de pensar. Descubrió que se sentía sólo. Desde que le habían quitado a su hija se había vuelto malcarado y gruñón. En el barrio todos lo llamaban "Don Gruñón". Así que Sebastián intentó rectificar su error. Empezó con pequeños gestos y actitudes. Por ejemplo, cuando iba los lunes por la mañana a buscar el pan, intentaba ponerse a charlar con los vecinos, pero éstos o le contestaban secamente, o se iban.

Iba muy pocas veces al parque. No le gustaba ir porque le traía demasiados recuerdos de su mujer. En el parque había mucha gente que no lo conocía, y quizás hubiera podido hacer amigos, pero nunca lo consiguió pues ya nadie de 70 y tantos años iba al parque solo.

Un buen día de primavera llamaron al timbre. Se pegó un buen susto, pues nunca llamaba nadie, excepto el butanero. Pensó que quizás fuera el cartero, pero inmediatamente expulsó esa idea de su cabeza: nunca recibía cartas. Así que entre asustado e intrigado, fue a abrir la puerta, por el megáfono:

- ¿Quién es?

- ¿Abuelo? ¿Eres tú abuelito Sebastián?

Era la voz de un niño de unos siete u ocho años. Lo extraño era que le había llamado abuelo. Sebastián estaba desconcertado. Como lo habían apartado de su hija no sabía nada de ella. Sabía que tenía 40 años, porque se acordaba de la fecha de su nacimiento, pero no sabía ni si se había casado, ni si había tenido hijos. "Quizás es una broma de algún chiquillo del barrio" pensó Sebastián. Así que preguntó:

-¿Quien eres, niño? ¿Qué quieres?

-¡Abuelito! ¡Soy tu nieto Pablo! Te he traído algo. ¡Ábreme, por favor!

"Vaya, vaya. Así que tengo un nieto llamado Pablo" pensó Sebastián. No terminaba de creérselo. Abrió la puerta y se sentó en su sillón del salón, a esperar que aquel chiquillo subiera las escaleras. No tardó mucho. Cuando llegó se quedó mirando a Sebastián, como si intentara recordar que era su abuelo. Sebastián, al ver que el chiquillo no se movía, dijo:

-Vamos, pequeño, cierra la puerta y ven a sentarte.

-Me llamo Pablo, abuelo. ¡Y no soy pequeño!

Sebastián se rió un poco. Se sorprendió de oír su propia risa. ¡Hacía tanto que no la oía!

-Bueno, Pablo, venga ven.

Pablo cerró la puerta y lentamente, como si tuviera miedo, se dirigió hacia el salón, cogió una silla y se sentó. Sebastián vio que Pablo escondía algo en la chaqueta. Como permanecía callado, Pablo -que parecía como si escogiera detenidamente las preguntas- dijo, frunciendo el ceño:

-Abuelo, ¿es verdad lo que dice la abuelita de ti?

-¿A qué abuelita te refieres, pequeño? -y al ver su error, rectificó:- ¡Pablo, Pablo!

- A la tía de mamá. -Otra vez parecía que escogía detenidamente las palabras.

Sebastián suspiró y observó a Pablo. ¿Le había parecido ver algo de sí mismo en el niño?

-Tu abuela era Isabel. No ésa mujer.

-Entonces, lo que dice la abuela Dolores, ¿es mentira?

-Eso supongo, chiquillo.

-¡Pablo, abuelo! ¡Me llamo Pa-blo!

-Claro, claro. Pablo, Pablo...

Entonces lo que Pablo llevaba en la chaqueta se movió y Sebastián aprovechó para preguntar:

-¿Que es lo que escondes ahí?

Pablo, que parecía que esperaba esa pregunta, fue sacando el pequeño bulto de la chaqueta al tiempo que decía:

-Es tu regalo de cumpleaños... espero que te guste... ¡Felicidades, abuelo!

Eso lo fulminó. Era verdad, hoy era su cumpleaños. Pero ya casi ni se acordaba. Pablo sacó, cuidadosamente envuelto en una manta, un cachorrillo negro, medio dormido. Sebastián se quedó sin palabras.

Como ya se ha dicho, a Sebastián no le gustaban ni los niños ni los animales. Pero como había estado tantos años solo, ya no le importaba. Necesitaba compañía, y daba la casualidad de que parecía que los niños y los animales eran lo más adecuado para él, ahora que en el barrio ya nadie estaba dispuesto a soportar su supuesto mal genio.

Pablo, viendo que su abuelo no se movía, puso el cachorrillo negro en las rodillas de Sebastián. Éste se quedó tieso de repente. No sabía demasiado bien qué hacer. Pablo se dispuso a explicar de donde había sacado el perro:

-Es todo tuyo, abuelo. Quería comprártelo con mis ahorros pero el dueño de la tienda de animales me lo regaló. Me dijo que nadie lo quería porque era negro, gruñón y desconfiado.  Mordía a la gente y a sus hermanos. Pero se quedó solo y ahora no es tan malo. Acarícialo en el cuello. ¡Verás cómo le gusta!

Sebastián, algo más tranquilo, alargó la mano hacia el perrito. Éste gruñó desconfiado, pero no le mordió, y cuando Sebastián empezó a acariciarlo se puso a roncar y se volvió a dormir.

-No entiendo nada, Pablo. ¿Porqué me haces este regalo?

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(continuará...)

lunes, 12 de mayo de 2008

El color del cristal

¡Hola a todos!

Hoy os dejo con un poema cuyos últimos versos llevo tatuados en las neuronas prácticamente desde que nací. Esos versos que mi padre me metió en el cerebro desde que tuve edad para entender las palabras, y que con el tiempo y el entendimiento, se convirtieron en mi frase célebre favorita y sobretodo, en mi lema.

Espero que os guste.

HUMORADAS

Busqué la ciencia, y me enseñó el vacío.
Logré el amor, y conquisté el hastío.
¡Quién de su pecho desterrar pudiera,
la duda, nuestra eterna compañera!.
¿Qué es preciso tener en la existencia?
Fuerza en el alma y paz en la conciencia.
No tengáis duda alguna:
felicidad suprema no hay ninguna.
Aunque tú por modestia no lo creas,
las flores en tu sien parecen feas.
Te pintaré en un cantar
la rueda de la existencia:
Pecar, hacer penitencia
y, luego, vuelta a empezar.
En este mundo traidor,
nada es verdad, ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

(Ramón de CAMPOAMOR)

viernes, 18 de abril de 2008

Escribo

¡Hola a todos!

Os dejo con un bonito poema de Txus di Fellatio -El Príncipe de la Dulce Pena-, extraído de su libro de poemas musicados: El Cementerio de los Versos Perdidos.

Para leerlo haced clic aquí. Y para escucharlo haced clic en este link.

Espero que os guste.

sábado, 12 de abril de 2008

Divagaciones filosóficas (de una adolescente)

¡Hola a todos!

Mi horóscopo dice que este mes voy a estar muy creativa, y la verdad es que por ahora no se equivoca. Lástima que no tengo tiempo para hacer todo lo que quisiera.

Os dejo un par de textos sacados de mi libro de texto de Filosofía y sus correspondientes reflexiones (o divagaciones filosóficas, llamadlo como queráis).

Por cierto, últimamente me he estado peleando con un poema al que le gustaría ser un soneto, pero como aún no he conseguido ganar la batalla, no voy a colgarlo aquí por ahora.

¡Espero que os guste!

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"El elemento fundamental de toda narración es la trama (la intriga). La trama es una síntesis llevada a cabo en la narración en la que se agrupan acontecimientos e incidentes múltiples para formar una historia completa, con un principio, un desarrollo y un final. La trama narrativa organiza componentes muy diversos; circunstancias, personajes, deseos, etc. Gracias a ella, nuestra vida ha de ser tramada: hemos de narrarla, y sobre todo, hemos de narrarnos a nosotros mismos. Narrando la vida, la examinamos y hacemos la vida humana. La identidad humana es así, de principio a fin, de nacimiento a muerte, identidad narrativa."

Yo narro mi vida. En libretas que nunca termino porque siempre empiezo otra antes de escribir la última página en la anterior. Y voy rellenando una libreta tras otra, narrando mi vida. Y cada vez que mi bolígrafo se desliza sobre el papel me pregunto ¿POR QUÉ? ¿Por qué esta obsesión por escribir mi experiencia? Si un día no lo escribo siento que es como si no lo hubiera vivido. Es decir, sé que lo viví, pero pienso: cuando yo ya no exista y alguien lea mi diario, ese día que no escribí, la persona que lea no sabrá qué hice, qué me pasó, qué pensé, qué sentí. ¿Qué sentido tiene la vida si ha de terminarse? Pero ¿qué sentido tendría una vida eterna? Estas preguntas me han mortificado, me mortifican y me mortificaran siempre, supongo. Y ante mi incapacidad de responderlas, voy narrando mi vida. Quizás para darle sentido, para que mi vida sea finita e infinita al mismo tiempo. Porque yo moriré, pero viviré en mis palabras.

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"La "esencia" del valor tiene influencia en todos los aspectos y también en el del conocimiento. Todo lo que conocemos lleva inscrito un valor, cosa que significa que no es un simple hecho [...] sino una realidad con sentido. Esto es lo que aporta Scheler: la convicción de que no es posible entender el mundo si prescindimos de sus contextos y de sus significados, es decir, de sus valores. Por eso nos acerca más al ser humano y a la vida."

No es posible entender el mundo si prescindimos de sus valores... Estoy absolutamente de acuerdo con Scheler cuando afirma que "la vida está preñada de valores". Incluso me atrevo a llegar más lejos: yo dudo de la realidad. Mi cita favorita reza: En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira. Todos llevamos un cristal ante los ojos. Nadie, absolutamente nadie carece de ese cristal. Así pues, ¿quién puede afirmar que conoce la realidad? y, si nadie es capaz de percibir la realidad tal cual es, ¿cómo podemos probar que esta "realidad" existe?

Ya declaré una vez mi creencia en este mismo blog (ver entrada "Inquietantes preguntas...", Octubre 2007). Me repito y me repetiré mil veces si hace falta. (Porque aunque sé que nunca alcanzaré la Verdad Absoluta, no me canso de buscarla. No dejo de preguntarme aunque sé que no tiene sentido, porque mis preguntas restarán eternamente sin respuesta.) Creo... que el Universo, el Cosmos, la Vida -dadle el nombre que os dé la gana- es un ciclo eterno, un círculo cerrado. Se repite una y otra vez. Y el Tiempo tan sólo es una ilusión. De hecho, Todo es una ilusión. Nada existe.

¡Oh! ¡Soy un pez que se muerde la cola! Empiece por donde empiece mi "divagación" filosófica siempre llego a la misma conclusión. ¡Qué mala filósofa soy, que acabo dirigiendo siempre mis reflexiones hacia un mismo punto! Doy vueltas y más vueltas entorno a un maldito vórtice sin conseguir llegar nunca a él y traspasarlo.

Espero que a base de años y libros aprenda a guiar mis razonamientos hacia otras direcciones.

Mientras tanto, ¿alguien se atreve a poner en duda la teoría en la que creo? De veras, me apetece muchísimo un debate filosófico con alguien que comparta mis inquietudes filosóficas.

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PS: Mi libro de texto de Filosofía está en catalán así que los textos no son originales, sino traducidos (por mí, obviamente). No me gusta traducir porque considero que no tengo nivel suficiente como para hacerlo sin "destrozar" el texto en cuestión, pero en este caso no he tenido más remedio. Pido disculpas.

lunes, 31 de marzo de 2008

Reflexiones de una oveja negra

¡Hola a todos!

Creo que el título lo dice todo, ¿no?

El texto lo he sacado de mi libro de texto de lengua castellana. Y como me ha encantado, me he puesto a darle vueltas y vueltas, y finalmente he cogido papel y bolígrafo... y aquí tenéis el resultado.

¡Espero que os guste!

·

En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra.

Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

Agusto Monterroso, La oveja negra

·

Siempre fui la oveja negra.

Aunque no fui fusilada, claro. Pero me exilié y me exiliaron del rebaño. Siempre fui incomprendida, rara, levemente inaceptada, inadaptada al entorno del prado.

Cuando me exilié y me exiliaron me convertí en esa estatua del cuento. La escultura que servía de advertencia y memorándum al rebaño: "Así no debe ser una oveja común y corriente", ponía en el pedestal de la estatua. Yo no alcanzaba a ver más de lo que me permitían mis ojos de metal. Fui esa estatua: aunque estaba allí, presente en el prado, era como si no estuviera, porque no veía más allá de mis narices. Mis ojos solo captaban una pequeña parte del pequeño prado. Pero mi Alma, mi mente, volaba lejos. Huía del inamovible metal y se escapaba a soñar y a conocer otros prados.

Nunca supe ni sabré que pensaron y/o pensaban el resto de ovejas comunes y corrientes mientras estuve exiliada del rebaño. Ni siquiera sé si el recuerdo de mi figura -la estatua- les importó en algún momento.

Puede que pasaran por delante de mi figura y ni siquiera se fijaran en ella. Aquella oveja negra había existido siglos antes, formaba parte del pasado, no merecía la pena recordarla.

O puede que cuando por una caprichosa y cruel casualidad del momento, salía la oveja negra en el tema de la conversación aprovecharan la brecha abierta en el olvido para tirarle barro a la estatua, ensuciarla hasta que ni un milímetro del metal fuera visible, hasta que quedase completamente recubierta del barro de la Falsa Verdad, el barro que nace de la mezcla de hipocresía, envidia y algo de crueldad.

Pero también puede ser que no fuera así. Porque no todas las ovejas son iguales (aunque lo parezca), puede que unas tiraran barro sobre la figura y que otras le dejaran flores al pies (diminutas y bien escondidas, por supuesto).

Y al cabo de un tiempo volví al rebaño.

La estatua, la figura de la oveja negra, quedó olvidada.

La Oveja Negra tiñó su lana de blanco y consiguió medio aparentar que era una oveja "común y corriente". Pero nunca dejó de ser una oveja negra en su interior. A veces se desprendía un poco de tinte de su lana, y aparecía una mancha negra en ese lugar. Y el rebaño se daba cuenta, pero parece ser que se había vuelto algo más permisivo, así que la oveja negra se mostraba de vez en cuando tal cual era.

¡Incluso encontró pareja! Se enamoró de una oveja macho algo mayor que ella, algo diferente del resto, algo similar a ella... pero "común y corriente" al fin y al cabo.

Sigo siendo la oveja negra.

Y la oveja negra seguía soñando con conocer otros prados y otras ovejas. ¡Ovejas de colores, de miles y miles de colores distintos! Y prados de todos los tipos y medidas, aunque a ella le gustaban más bien pequeños porque su sentido de la orientación era pésimo y en los prados grandes siempre tenía miedo de perderse.

Y el rebaño que piense lo que quiera,

yo siempre seré la oveja negra.

·

jueves, 20 de marzo de 2008

Una luz que se aproxima

¡Hola a todos!

Se nota que estoy de vacaciones, ¿verdad? Dos actualizaciones en menos de una semana...

Este texto estaba en la parte de atrás del mismo folio del que copié el poema de la entrada anterior. No lo escribí en las mismas circunstancias que el poema: este es hijo de una hora de aburrimiento y reflexión profundos en alguna asignatura, probablemente filosofía.

Como de costumbre, el tema es la Muerte. No lo puedo evitar, me apasiona.

El texto en sí es un poco típico y tópico, y ese es uno de mis defectos a la hora de escribir: en general, soy poco original; poco extravagante, me atrevería a decir. Supongo que se debe a que aun no tengo un estilo propio: voy de flor en flor, como las mariposas. Espero que el paso del tiempo y la práctica me ayudarán a definirme, consiguiendo que mis textos tengan ese "toque personal" del que por ahora creo que carecen.

La cita pertenece al último libro que me he leído -Marina, de Carlos Ruiz Zafón-. La he puesto más que nada porque me gusta la frase en sí, no porque tenga mucho que ver con el texto. Y, hablando de frases, la última en el texto está incompleta. Podría decirse que construí el texto sobre la base de esa oración, pero luego me di cuenta de que entera no quedaba del todo bien, así que omití la segunda parte. Puede deducirse cómo era.

Y ahora sí, sin más preámbulos, os dejo con el texto y -esta vez sí- espero que os guste.

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EL RECUERDO IMPOSIBLE

"[...] Solo recordamos lo que nunca sucedió."

·

Oscuridad, densa y absoluta.

Silencio. Un silencio que duele en los oídos.

No me oigo, no me veo. ¿Respiro? Ni lo noto.

Una luz que se aproxima. Va tomando forma: una persona.

Me habla, pero no mueve la boca. Me mira directamente a los ojos. Su mirada de luz cegadora me paraliza: no puedo pensar, tan sólo escuchar. Dice:

- No hay nada después. Nada. No existe el "más allá". La Muerte es oscuridad. Deja de sufrir. Ven conmigo.

Me ofrece la mano. ¡No! Aún no. El Ángel de Luz responde a mi pensamiento:

- Aún no. Pero yo llego a todo el mundo. Tarde o temprano.

Todo queda oscuro otra vez. Tengo miedo. Otra luz se aproxima. ¿Otro ángel? ¿O puede que un demonio? No. Son imágenes. Recuerdos... ¿Recuerdos?

Una mujer. Mi madre. Llorando. ¿Por qué llora?

Y de repente me inundan todos los sentimientos de esta mujer. El torrente me deja casi inconsciente. Son pensamientos borrosos, no tienen lógica ni orden. Son sentimientos demasiado fuertes, insoportables. Producen una clase de dolor que se apodera del cuerpo y de la mente, no existe nada más que el dolor. No puedo más. He de salir de ella. La pena es demasiado honda, siento que me ahogo. Hago un esfuerzo y en un suspiro vuelvo a ser yo. Pero aún noto la agitación dentro de mí.

Otra imagen... ¡NO! ¡Basta, por favor!

Toda la gente que conozco, que he conocido, que me ha conocido... Todas y cada una de estas personas pasan delante de mi como espectros, mostrándose en su estado más deplorable de tristeza. Y me absorben por completo obligándome a sufrir la masa aglutinada de sentimientos y pensamientos de decenas de conciencias distintas. Pena, desesperación, odio... Dolor.

¡Basta! ¡No puedo aguantar más!

Otra vez en la Nada, la oscuridad más absoluta. Vuelve el Ángel de Luz. ¿De luz? No, él es el Ángel Negro, el Mensajero de la Muerte. Oye mis pensamientos y se ríe:

- ¿Ángel Negro? ¿Mensajero de la Muerte? ¿Aun no lo entiendes? La Muerte no existe, ella tan solo es la Nada, la Oscuridad Absoluta, el Silencio Eterno. No existe "más allá". Después de mi no hay nada. Ven...

- ¿Nada? -le interrumpo, antes de que intente seducirme otra vez.- ¿No hay nada? Puede que desaparezcamos cuando se pudre nuestro cuerpo mortal, y puede que la Muerte no sea nada, que no haya "más allá"... Pero siempre queda el recuerdo que dejamos. Vivimos en los otros.

martes, 18 de marzo de 2008

En un trozo de papel arrugado

¡Hola a todos!

Sigo igual que siempre, desperdiciando el tiempo... No tengo remedio. Ya estoy pagando las consecuencias de mi vaguitis, y si sigo así la cosa va a empeorar...

Os dejo aquí un intento de texto poético que he encontrado tirado en la basura de debajo de mi escritorio. Supongo que lo escribí en un arrebato de inspiración (nocturna, seguramente), y al releerlo me pareció deprimente. Pero no tengo nada de mayor cualidad -que sea mío, claro- para colgar, así que deberéis conformaros con este pequeño monstruo. ;-)

Por una vez, no espero que os guste. ;-P


Una lucha magistral ha tenido lugar,
un combate en silencio he podido presenciar.
La Soledad, mi escudo y mi barrera, siempre
por delante de mi, dando la cara,
ocultando la mía, se ha cruzado con el Amor.
Y ha quedado absorta y desarmada,
no ha ofrecido resistencia, se ha dejado ganar.
Ha cambiado su lugar, se ha ocultado tras de mí,
proporcionándome la libertad.
Pero también me ha abandonado a mi suerte.
Ella, mi pesadilla y mi infierno. Mi guía.
Mi refugio y mi prisión.
Sin ella, mi corazón ha quedado desnudo,
desprotegido de Cupido, que me ha clavado
sin piedad, su ardiente flecha de Amor.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Diferencias

¡Hola a todos!

Imposible escribir. Últimamente no tengo tiempo ni para descansar. Y el poco tiempo libre que tengo -o el poco tiempo no libre que me puedo permitir desperdiciar- prefiero pasarlo junto a él, en vez de en casa, escribiendo.
Pero no me olvido de que tengo un blog, así que sí que voy a colgar algo. No es mío, por supuesto. Se trata de un texto extraído del libro Camino sin retorno de Andrzej Sapkowski, mi escritor de fantasía preferido, autor de la Saga de Geralt de Rivia.
No he escogido este fragmento porque sí. Me ha hecho pensar en él. Mejor dicho, me ha hecho pensar en nosotros. Porque estar con alguien es precisamente eso, ser tres a la vez: yo, tú y nosotros. Así que lo dedico a todas las parejas del mundo. Disfrutadlo.


"Y al punto se encontraron otra vez en la cama, sobre las retorcidas sábanas, todavía calientes y oliendo a sueño. Y comenzaron a buscarse de nuevo mutuamente, y se buscaron largo tiempo y con mucha paciencia, y la seguridad de que se encontrarían los embriagaba de felicidad y alegría, y la felicidad y la alegría atravesaban todo lo que hacían. Y aunque los dos eran tan diferentes, comprendieron, como siempre, que no eran diferencias de las que separan sino de las que unen y enlazan tan fuertemente como la entalladura labrada con el hacha donde se juntan las vigas de las cuales va naciendo una casa."

"Algo termina, algo comienza" en Camino sin retorno. Andrzej SAPKOWSKI

jueves, 14 de febrero de 2008

Curriculum vitae

¡Hola a todos!

Lo siento muchísimo, últimamente no tengo tiempo para nada. Además, como nadie se pasa por aquí, ya me da igual publicar mensualmente o no.
Os dejo con un bonito poema que he sacado de mi libro de texto de Filosofía. Otro día ya colgaré algo que yo misma haya escrito, aunque lo veo difícil.
Espero que os guste.
El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente
usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas extenuado
hasta que el sueño lo descalifica
usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros
usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío
entonces
usted muere.

¿Quien soy yo?

Mi foto
Estudiante de Filología a la que le gustaría ser novelista y que hace años se autonombraba "joven escritora" pero que ahora ve que lo de joven pasará pronto y lo de escritora aún no ha llegado. Para saber más, visitad "Mi página web". (Facebook)