sábado, 21 de febrero de 2009

Poema de primaria

¡Hola!



No puedo despegarme del todo de este blog, le tengo demasiado cariño.

Os dejo con un poema improvisado: uno de los niños a los que doy repaso me viene con una lista de palabras y me dice "Nos han mandado hacer un poema con estas palabras". Nos hemos puesto los dos manos a la obra y ha salido esto:



Hace tiempo que vivo encerrado en soledad.

Mi mente desea emprender un viaje sin final.

Quiero caminar, quiero lanzar piedras al mar.

Desde Cataluña o Cantabria saldré a navegar

con los pescadores que en días no vuelven al hogar.

Los niños de la calle veré a pelota alegres jugar

y oiré a sus madres cotillear, a los perros ladrar.

De noche sólo las estrellas tiernas me arroparán.

El sol y la luna su historia de amor me susurrarán.

La primavera por los campos me sorprenderá,

el olor de las flores hacia otro lugar me guiará.

Y cuando por todo el mundo haya andado

y me haya atrapado el amor, la luz

del universo a buscarme al fin vendrá.
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(He puesto en negrita las palabras que le habían dado al niño para hacer el poema.)

lunes, 13 de octubre de 2008

Traslado

¡Hola!

UN ANUNCIO IMPORTANTE

Me he trasladado a un nuevo blog: http://senney.blogspot.com/

Este nuevo blog será bilingue, cosa que [espero] me permitirá publicar más a menudo porque no tendré que traducir los textos que escribo en catalán. También tendrá un carácter algo más personal, no voy a limitarme tanto a textos literarios: pretendo publicar mayoritariamente textos míos, pero eso implica que muchos de los textos van a tener un aire de reflexión filosófica, o bien que tratarán temas relacionados con mi situación personal en el momento preciso en el que los escriba.
Hago este cambio de blog porque creo que una mayor libertad me permitirá publicar más a menudo (si encuentro suficientes ratos libres, claro, pero eso ya es otro tema) y puede que llegar a un público más amplio.

Espero que mis queridos lectores sigan leyéndome como hasta ahora, y que el nuevo blog tenga incluso más éxito que éste.
Y sobretodo, ¡espero que os guste!

Hasta siempre,
Senney.

miércoles, 2 de julio de 2008

Recuerdos de infancia (III)

Llegamos al meollo del asunto, y al Epílogo.

Espero que os haya gustado.

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Sebastián preparó una pequeña comida para el perrito, y puso unas mantas viejas en un rincón de la sala. Después de que el perrito comiera un poco, lo puso sobre las mantas y Hollín, que se sintió cómodo allí por el olor familiar, se durmió enseguida. A la mañana siguiente, Sebastián compró en la tienda de animales, un bonito collar y una correa, y hizo los trámites necesarios para ponerle el chip al perro.

Sebastián no era ni pobre ni rico. Eso sí, nunca gastaba más de lo estrictamente necesario, por eso había podido ir acumulando con los años una suma de dinero que le permitía vivir cómodamente, no como otras personas de su edad. Así pues, y haciendo una excepción en lo que al dinero respecta, con Hollín- pudo instalar muy bien al perro.Vació el pequeño cuarto contiguo al suyo que no utilizaba para nada en concreto y allí puso una pequeña cama para perros (eso sí, con las mantas en las que Hollín había dormido la primera noche, puesto que el perro ya se había familiarizado con ellas), el dispensador de comida automático, los juguetes, y una caja con arena especial.

Cuando Pablo vio todo esto el domingo, se quedó de piedra. Jugó un rato con Hollín, y después decidieron ir a pasar la tarde juntos al parque. Pablito estaba muy contento de que su abuelo fuera feliz. Pero ninguno de los dos sabía lo que se iban a encontrar. Los dos vieron claramente como Lucía y Dolores se dirigían hacia allí. Aun así, solo Pablo se dio cuenta, pues Sebastián no conocía a su hija, y a Dolores hacía mucho que no la había visto. Lucía parecía muy alarmada al ver que su hijo estaba con un desconocido:

-¡Pablo! ¿Que haces ahí? ¿Quién ese hombre? ¡Ven ahora mismo!

Sebastián comprendió un poco tarde lo que pasaba, pero ni Lucía ni Dolores se dieron cuenta. Así que Sebastián sacó fuerzas de donde pudo, y sujetando en una mano a Pablo y en la otra al perrito, dijo:

-Me arrebataron a mi hija. No voy a permitir que se me aleje también de mi nieto.

Dolores fue la primera en entender la situación y con calma dijo:

-Vaya, vaya. He aquí "Don Gruñón". Parece que no has cambiado, viejo malcarado.

Entonces, inesperadamente, Pablito se puso a gritar:

-¡Cállate, abuelita! ¡He hablado con mamá y me han contado la verdad! Tu querías al abuelito Sebastián y te dio mucha rabia que se casara con la abuelita Isabel. Y aunque dijeras que lo odiabas siempre lo has querido, ¿no es así? ¿Porqué, si no, habrías querido quedarte con mamá? ¡El abuelito Sebastián no es lo que tu dices! Mamá nunca te ha creído... ¿Nunca pensaste decirle al abuelo lo que sentías por él? ¿No hubiera sido más fácil?

Se produjo un sólido silencio. Nadie se esperaba aquello. Entonces, aturdida por la situación, Dolores cayó de rodillas y se puso a llorar. Sebastián pareció fundirse en un sentimiento tan confuso que no lo podía identificar. Primero había sentido rabia, después sorpresa y ahora... comprensión, y compasión. Se acerco a Dolores y le susurró algo al oído mientras la abrazaba para consolarla. Y Dolores, que en un primer momento había hecho caso omiso del abrazo, se lo devolvió de golpe y lloró ruidosamente sobre el hombro del viejo. Éste levantó la cabeza y mirando a Lucía con lágrimas en los ojos, pero con voz firme y sincera:

-¿Podrás perdonarme tú tambien, hija mía?

Pablito había cogido no se sabe de dónde a Hollín y se había pegado a las piernas de su madre. Cuando su padre le hizo aquella pregunta, Lucía no puedo hacer nada más que afirmar con la cabeza y unirse al emotivo abrazo familiar. Pablito, con la inocencia de la edad, los hizo reír a todos:

-¡Eh, ya basta de llorar, que  el niño soy yo!

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Sebastián se cambió de casa para. Él y Dolores se volvieron inseparables, de hecho, eran tan diferentes... que eran iguales. Lucía, que hacía ya tiempo que no vivía con Dolores, se trasladó a la casa al poco de morir su marido. Pablito y Sebastián educarón a Hollín, que resultó ser un perro magnífico, cariñoso y obediente. Cuando Pablito creció decidió probar suerte en los concursos caninos, y Hollín se cubrió de copas y medallas. Nadie volvió a llamar a Sebastián "Don Gruñón".

miércoles, 4 de junio de 2008

Recuerdos de infancia (II)

Sigo con el cuento. (Parece que el "continuará..." fue algo inoportuno; como los cortes para publicidad en las buenas películas, vaya... Jejeje.)

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El niño, que parecía que ya había previsto la pregunta, se lo explicó todo:

-La abuelita Dolores decía muchas cosas malas de ti. Mamá siempre estaba de acuerdo. Pero yo no. En el colegio nos han enseñado que si una persona tiene muy mal genio es porque no quiere mostrar cómo es en realidad. Entonces yo empecé a observarte de lejos. Comprendí que tú no eras como decía la abuelita Dolores. El dueño de la tienda de animales, que es veterinario también, y es muy amigo mío, me explicó la historia del cachorro y pensé que era el regalo perfecto para ti. Le expliqué tu historia y me dijo que te lo podía dar, no hacía falta que se lo pagara. -y le guiñó un ojo al abuelo.- También te he traído un libro sobre perros. -dijo sacando el libro de la chaqueta y abriéndolo por una página señalada.- Este perrito es un cachorro de terrier escocés. ¡Mira qué hocico tan gracioso tendrá cuando crezca! -se rió Pablo, mostrándole a su abuelo la página en la que había la foto.

-Vaya... -Sebastián apenas sabía qué decir.- Muchas gracias, Pablo... pero... yo no puedo...

Sebastián iba a decir que no podía aceptar el regalo, pero viendo a Pablo acariciar al cachorro las palabras murieron en su garganta.

-Y... ¿qué nombre tiene el perrito?

-¡Tú debes ponerle el nombre, abuelo! -respondió Pablo sorprendido, pues le parecía algo obvio.

-Oh, vaya... Yo no sé... ¡Ya está! Mira, como es negrito voy a llamarlo... ¡Hollín!

Pablo se rió con ganas, y esa risa infantil y sincera consiguió que el mismo Sebastián terminara por reír también, y de todo corazón.

-Bueno, abuelito. Me voy ya que se hace tarde. -dijo Pablo. Y después de un momento de duda, añadió:- ¿Puedo volver pasado mañana, abuelo?

-Vaya, ¡claro que sí, hombre! ¡Faltaría más!

Esto alegró sobremanera a Pablo, que se despidió con una sonrisa que dejaba al descubierto unos cuantos huecos en su dentadura y le daba un aire especialmente cómico:

-¿De veras, abuelo? ¿Sí? ¡Bien! Pues... bueno, entonces... ¡hasta el domingo!

Y cuando ya había abierto la puerta, se giró de pronto y volvió corriendo a la sala, lanzándose de repente sobre su abuelo en un abrazo cariñoso -¡Te quiero, abuelito!-, con lo que a Sebastián por poco no le da un ataque al corazón, y el perro por los pelos no muere aplastado.

-¡Eh, eh! ¡Ya vale, piltrafilla! Anda vete, que no me gustaría que por mi culpa te riñesen. Venga, venga...

Y cuando Pablito ya hubo cerrado la puerta tras de sí, Sebastián cogió a Hollín, lo levantó en alto un momento y luego, volviéndolo a dejar sobre sus rodillas y acariciándolo hasta que se durmiera, susurró con la vista perdida:

-Gracias...

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(continuará...)

martes, 3 de junio de 2008

Un reflejo del interior

Un texto que me ha llamado la atención, sacado de mi libro de Lengua. La reflexión posterior es mía.

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Conocerse a sí mismo. Conocer el carácter, la inteligencia, las opiniones y las inclinaciones. No se puede ser dueño de sí, si primero no se conoce uno mismo. Hay espejos para la cara, pero no para el espíritu; este espejo debe serlo la prudente reflexión sobre uno mismo. Cuando uno se despreocupe de su imagen exterior, debe conservar la interior para enmendarla y mejorarla. Tiene que conocer las fuerzas de su prudencia y perspicacia para emprender proyectos, comprobar su tesón para vencer el riesgo, tener medido su fondo y su capacidad para todo.

Baltasar GRACIÁN, El arte de la prudencia

Sí, todo el mundo debería mirarse a menudo al espejo del alma y preguntarse en voz alta ¿cómo soy?. Pero si la gente no lo hace, ¿no será que no es tan fácil? El paro se llenaría de psicólogos frustrados si esa tarea de autoconocimiento fuera tan sencilla.

La consecuencia de ese "conocerse a uno mismo" es (o debería ser) la búsqueda de la respuesta a otra/s pregunta/s: ¿Por qué? ¿Por qué soy? ¿Por qué actúo así? ¿Por qué...?

Pero los porqués nos dan miedo. Por eso nadie se pregunta nada, y si lo hacen no insisten demasiado.

Inconscientemente sabemos que quien busca y rebusca puede terminar encontrando sus propios huesos.

¿Quien soy yo?

Mi foto
Estudiante de Filología a la que le gustaría ser novelista y que hace años se autonombraba "joven escritora" pero que ahora ve que lo de joven pasará pronto y lo de escritora aún no ha llegado. Para saber más, visitad "Mi página web". (Facebook)